6 de octubre de 2008

El caserío abandonado



Aprovechando el mistral y la tarde fresca decidí, ayer, enfilar mi ruta preferida y penetrar en el bosque, salvaje y poco trillado, cercano a Marxuquera y que se encajona por un valle desde cuyas colinas se divisa todo el Plà de Lloret y el Padur.

No lejos del inicio del camino que lleva a la Font del Llorer uno se tropieza con un viejo caserío semiderruido y abandonado, similar al de la imagen. Es un lugar extraño; exhala un vaho de irrealidad pasear junto a sus paredes, anchísimas y rebosantes de rocas. Parece que te encuentras en otro tiempo, o incluso que el mismo tiempo ha dejado de existir. Y entonces uno se imagina cosas.

Piensas, por ejemplo, en qué fue lo que movió a aquel hombre (porque, 'razonas', es un hombre, y además solitario), hace aproximadamente sesenta años, a cargar con piedras, herramientas, palos y hormigón, amén de bidones de agua y maderas de los pinos cercanos. Naturalmente recibió el auxilio de un par de mulas, de cuya presencia pretérita aún quedan vestigios en el cobertizo anexo a la finca principal. Admiras su tenacidad, la paciencia y la diligencia que debió tener ese hombre al erigir aquel monumento, que la lluvia, las ventiscas y el abandono han marchitado, y el paso del tiempo derruido.

Imaginas las verduras que cultivó en el perímetro exterior, limitado por una valla metálica hoy aplastada y oxidada. Sabes que la tierra no es allí demasiado fértil, tal y como lo sabía un eón antes el hombre que holló aquellos parajes, pero reconoces que los tomates y las lechugas acabarían por echar raíces. Salpicaban el ambiente unos pocos árboles frutales, y las verjas se adornaban con espinosas zarzamoras. Te figuras los viajes que aquel ganadero, agricultor, apicultor o, simplemente, aquel ermitaño de tez morena y manos acallosadas realizó bajando hasta el pueblo, en busca de harinas, aceites y piensos.

El hogar carecía de luz eléctrica, y de agua corriente, por supuesto. Las luces las proporcionaban las estrellas, de día gracias a la fuerza helíaca, y por la noche el punteo luminoso de astros lejanos, o la visita ocasional de la creciente Luna; los resplandores de las velas, a su vez, irradiaban reflejos y sombras en el interior de la precaria morada. Las lluvias, benditamente abundantes en esos parajes, solían llenar cubos y albercas, siempre dispuestas para recoger el líquido fruto.

Y también imaginas los momentos de ociosidad de aquel individuo, pelando la corteza de los pinos para apuntalar el tejado vegetal, mirando en silencio (ese silencio arquetípico y platónico que inundaba el paisaje) el Sol crepuscular con la compañía de burros, gallinas y un perro algo escuálido, pero siempre fiel. Cómo paseaba por los riscos y pendientes, buscando caracoles y setas para los guisos y cocidos, cómo soñaba, al percibir las estrellas, en lo que pudo ser y nunca fue, y en cómo se retiraba a dormir, no sabes (ni él, tampoco) si feliz, abrumado o fastidiado, por la dura jornada de trabajo.

Y, luego, vuelves a ti mismo. Acabas de saborear las avellanas, dichosas compañeras, echas un último vistazo a aquella belleza, no virgen y, sin embargo, pura e inmaculada, admiras el cielo abierto y el camino zigzigueante hasta el piso del valle, en donde un raro vehículo escupe vapores a diestro y siniestro (pesticidas, lo más probable), y regresas a tu nido materno, que esperas abandonar pronto.

Tal vez para no construir nunca el tuyo propio, sino vivir cada día en un territorio nuevo, sin saber nunca cuál será el próximo. O, quizá, sí, para edificar un mausoleo similar al que alzó el camarada que pensó que allí, en la espesura de la nada que brinda todo, estaba su vida, su desgracia y su destino.

(Fotografía de ROMNI)

5 comentarios:

M. Domínguez Senra dijo...

Dan ganas de recogerse en ese silencio y ver como se hace ahí de noche.

Anónimo dijo...

..la foto es bonita, eh! je je ;), pero a pesar de la crisis global con tu descripción del lugar has aportado plusvalía a la foto!
un saludo, romni

elHermitaño dijo...

Aa, si pasas algún día por estas tierras te acompañaré hasta allí y lo experimentarás tú misma. No te defraudará... :)

Y Romni, sí, la fotografía es perfecta: encuadre, colores, etc. Ya te birlaré alguna más, ya... ;)

Saludos y gracias a ambas.

tequila dijo...

buenas: da gusto pasear contigo... me encantan los detalles, la "reconstrucción de los hechos": perro escuálido incluido... pero sobre todo el final, esperanzado o desesperanzado? no lo tengo claro( el otro día lo leí y me quedé pesimista, pero hoy como que lo leo con otros ojos, quizá a la tercera va la vencida, ya veremos)

No hace falta construir grandes catedrales para darse cuenta del esfurzo y de las ilusiones de la gente ; )

Un beso

elHermitaño dijo...

Siempre un placer recibir tus comentarios, Tequila.

Me gusta saber que en función de tu estado de ánimo el texto te produce una sensación u otra. ¿Esperanza o frustación? Por supuesto, tú misma... Y sí, cuánta razón llevas en tu último párrafo... :)

Y me gusta también que hayas perdido por el camino el "usted". Ya era hora, jeje... ;)

Un abrazo fuerte, amiga.