7 de septiembre de 2011

Eres eterno



El tiempo muere a cada instante. No le des tu vida. Mata al tiempo. Cederá si te olvidas de él. No hay pasado mañana. El año próximo nunca existirá. La jubilación en el porvenir ahorca tu ahora. No mires más allá.

Mata también al monstruo que dice “debes” (John Campbell). Matar el “debes” será tu único deber. Deserta de toda obligación que venga del exterior. Reconoce sólo las tuyas, que te hagan crecer, autoafirmarte, ser tú mismo. Hártate y di “no” de una vez.

Destruye igualmente si es necesario todo lo que se haga por convención, acuerdo tácito o norma social. Si no haces daño ni importunas a nadie, a nadie le importa lo que hagas. Elige y actúa. Síguete, no secundes a nadie. Piénsalo y hazlo; los demás no cuentan. Escucha consejos, pero acota su influencia; determínala tú, siempre.

No oigas los sermones ajenos; crea los tuyos, hijos de la experiencia propia y del saber que se descubre paso a paso. La sabiduría, ya lo afirmó Platón, está en nuestro interior, adormecida, como aletargada. Hay que hacerla asomar, de nuevo. Pero depende de ti. No esperes una homilía salvadora, un discurso iluminador. No lo hay, salvo allá dentro, oculto, en la caverna de la vida. Ve y hállalo. Escúchate, y lo sabrás.

No pierdas la ocasión, porque puede que no haya otra nunca. Puede que todo enmudezca, y aunque escuches mil eones, nada oigas jamás, ni el menor sonido, ni la más exangüe señal de que hay algo existente allá dentro, muy al fondo. Que todo sea vacío, oscuridad, silencio, y agonía. Que esté todo perdido, entonces.

Puedes y sabes evitarlo. Confíate a ti mismo. Mírate, siéntete.

Y adelante.

(Imagen: El Hermitaño)